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viernes, 27 de febrero de 2009

¿Me dormí o recité entonces mis más hermosos poemas?

Soy el doble de la vida, el que nació al instante y murió al mismo, con la noche en la mano y sin nombre.
A finales de los 80´s, discutí con el creador, arrojándome a este mar de cenizas, encarnándome a mi madre, sus manos indispensables para la semilla de mi alma. Mi padre, con el orgullo en los ojos, me enseño lo humilde que es ser un relámpago. La ciudad de México, el almacén de recuerdos para desarrollar mi fe y mi decadencia por las últimas generaciones, desgarradas por la razón y la moral. El mezcal que me provee tanta lucidez ha fomentado en mí una bella estación por la vida. Las letras, mi lenguaje, mi delirio y fuerza, que pervierte la noción, que humedece los cielos, que atraviesa los miedos cabalgando en hombros a la muerte. Y al final río como el viajero en paracaídas al llegar al suelo.

Deudor de las letras ¿Qué esperas? –me pregunto. Un ruido siniestro. ¿Habéis oído?
Y nunca mas deje de escribir, o hasta el día que una palabra deje de cambiar lo real. O muera aplastado por el viento.



Ángel Armenta López. Nuevo EQuse
meshkalina@live.com

Borracho

Caminaba solo, tambaleándose de un lado a otro, con el pantalón de casimir por debajo de la cintura. Son casi las tres de la mañana y ni una risa traviesa, ningún comentario entre vecinas, ni si quiera un fragmento de suspiró enamorado, se emite en la plaza de San Fernando; solo risas alcoholizadas y blasfemias de un catatónico juramento apalabrado.

La vomitada está húmeda y caliente en la corbata, en gran parte del saco y el zapato izquierdo. En una, el último trago de una botella de Jack Daniels y la otra mano se da a la tarea de buscar el cierre de la cremallera para orinar placenteramente en un árbol, de esos que tienen la culpa de ser grandes y bellos. Con una mano orinaba y con la otra hábilmente sostenía la botella recargada en la corteza del árbol. Mientras se orina los zapatos, un perro se acerca a lamerle la punta de uno de estos.

- ¡Lárgate pinchi perro!

Le soltó una patada que afortunadamente esquiva el perro. Perro pintoresco, perro maloliente, perro de buen corazón, perro de taqueria. Perro de la calle.
Ya terminó. Ahora camina en zigzag sobre la plaza, sin un clavo en el bolsillo y le da el último chupe a la botella.

- ¡Vete pinche perro mamón!

El hombre no entiende que el perro se va a morir si no encuentra a un nuevo dueño.
El perro comprende que si el hombre sigue caminando a solas se puede morir con él.

Cuando reconoció el amanecer, se incorporó de la banca en la que pasó el resto de la madrugada y entre los pies sintió el cuerpo caliente del perro.

Extraña sensación de cariño incondicional. Soledad temprana con visita inesperada por la noche. Amistad fortuita.

Es domingo en la plaza de San Fernando y es todo un festín. Los globeros ilusionan a los niños de que el cielo es alcanzable. Los algodones de azúcar endulzan las tristezas. A diez las manzanas de caramelo, a cinco y a siete la nieve de limón, fresa, o mango. Zanqueros y payasos dando toda una fiesta al público. En la zona del césped, los triciclos se vuelven naves espaciales y los astronautas vencen a los temibles extraterrestres de coraza gris.

Han robado cuatro bolsas de pan y se ve movimiento en la plaza.

- Yo lo ví señor policía, era un anciano que salio tan inocente con cuatro o cinco bolsas de pan. ¿Usted cree que con esas fachas pudo pagar cuatro o cinco bolsas repletas de pan? No señor, por eso siempre hay que estar a las vivas mijita; tu que siempre caminas tan inocente por la plaza.

- Si, lo ví señor, camino hacia la plaza, y le chifló a su perro, dijo “¡Borracho, ven acá cabrón! se metió a la panadería de don Jesús. Ese señor ya tiene tiempo viviendo por la plaza y no es la primera vez que pasa esto oficial. No se preocupe yo le avisaré al primer policía que vea. De nada, para servirle a usted.


EL Vale

campbellscan@hotmail.com